El lunes 4 de febrero de 2019 es la fecha del Año Nuevo Chino. El 'Festival de Primavera', el más
importante de China, dura desde
5 de febrero hasta el 19 de febrero, aproximadamente 15 días en total.
El Año Nuevo chino se celebra en una cuarta parte del mundo.
El Festival de Primavera es una fiesta importante en China continental, Hong
Kong, Macao y Taiwán, y en muchos de los países vecinos de China, como Singapur
y Corea del Sur.
Y también se celebra aquí en la CiberCaixa Mallos ;-)
ALGUNOS DATOS:
Según animal del horóscopo chino el Año 2019 es el año del "Cerdo".
Los doce animales del horóscopo chino
4717: El año del Cerdo de Tierra en China
ACTIVIDAD: CONTAR UN CUENTO CHINO
1) Vamos a leer la historia de los "Cuatro Dragones"de forma individual.
2) Después diseñaremos nuestro dragón chino
3) Finalmente, vamos a contar en grupo (heterogéneo, 4 personas) esta leyenda que explica el origen de los cuatros grandes ríos chinos: el Heilongjian (Dragón Negro); el Huanghe (Dragón Amarillo); el Changjiang (Gran Dragón) y el Zhujiang (Dragón de la Perla)
3) ¿Has diseñado tu dragón? ¿Has leído la historia?¡ Bien! Ya estás listo para poder representar con tu grupo la historia con tu marioneta.
EL CUENTO de LOS CUATRO DRAGONES
MANUALIDAD: Dragones Chinos |
1) Vamos a leer la historia de los "Cuatro Dragones"de forma individual.
2) Después diseñaremos nuestro dragón chino
3) Finalmente, vamos a contar en grupo (heterogéneo, 4 personas) esta leyenda que explica el origen de los cuatros grandes ríos chinos: el Heilongjian (Dragón Negro); el Huanghe (Dragón Amarillo); el Changjiang (Gran Dragón) y el Zhujiang (Dragón de la Perla)
3) ¿Has diseñado tu dragón? ¿Has leído la historia?¡ Bien! Ya estás listo para poder representar con tu grupo la historia con tu marioneta.
EL CUENTO de LOS CUATRO DRAGONES
Hace muchos, muchos años, en el principio de los tiempos, no
había ríos ni lagos sobre la tierra. Solo había el Mar del Este donde vivían
cuatro dragones: el Gran Dragón –enamorado del agua–, el Dragón Amarillo
–enamorado de la Tierra–, el Dragón Negro –el mejor volador– y el Dragón de la
Perla –el dueño del fuego–.
Un día los cuatro dragones fueron volando desde el mar hasta
el cielo, persiguiendo las nubes, cuando de golpe el Dragón de la Perla señaló
hacia la tierra. Los otros tres dragones se reunieron a su lado, mirando entre
las nubes en la dirección que el compañero señalaba.
Los dragones vieron muchísimas personas haciendo ofrendas
extraordinarias y quemando barritas de incienso. Una anciana estaba arrodillada
sobre el suelo desértico, con un niño muy delgado entre sus brazos, gritando:
“dioses de los cielos, por favor envíen lluvia para que puedan sobrevivir
nuestros hijos”.
Los dragones vieron que los campos de arroz estaban secos,
los cultivos se habían estropeado y hasta los árboles parecían esqueletos. Se
veía que no había llovido en mucho tiempo.
– ¡Mirad qué hambrientas y débiles están estas personas!-
dijo el Dragón Amarillo. –Si no llueve pronto morirán.
Los otros dragones asintieron con la cabeza enmudecidos por
la escena que estaban contemplando. Entonces el Gran Dragón se puso en pie y
sugirió:
– ¿Por qué no le pedimos al Emperador de Jade que llueva?
Los cuatro dragones se elevaron entre las nubes volando
hasta el lejano palacio celestial, residencia real del Emperador de Jade. Al todopoderoso
monarca no le gustó demasiado la llegada intempestiva de los cuatro dragones y
exclamó:
– ¡Cómo osáis interrumpir el trabajo tan importante que
llevo entre manos! ¡Tengo que encargarme de todos los asuntos del Cielo y de la
Tierra y de todo lo demás! ¡Volveos al mar que es vuestro sitio y comportaos
como os corresponde!
– Pero Majestad, ¡los cultivos están secos y las personas se
están muriendo de hambre!- dijo el Dragón Negro –Por favor, ¡mandadles lluvia
enseguida!
– De acuerdo, volveos al mar, tranquilos que yo mañana
mandaré lluvia a esa gente- dijo el rey con ganas de echar otra cabezadita.
– Muchas gracias Emperador de Jade, nos vamos más
tranquilos- dijeron al unísono los cuatro dragones.
Así que volando los dragones se fueron felices de vuelta al
Mar del Este. Cuando el rey se quedó solo mandó a un grupo de hadas celestiales
que le cantara una linda canción y se quedó profundamente dormido.
Pasaron diez días y los dragones decidieron dar otro paseo
por el Cielo a ver cómo estaban aquellas personas en la Tierra. Y se quedaron
muy asombrados al ver que todavía no había caído ni una sola gota de lluvia.
Los hombres estaban en una situación desesperada y más hambrientas que antes.
¡Tanto era así, que se comían hasta las hierbas y las piedras!
Los cuatro dragones se dieron cuenta enseguida de que el
todopoderoso Emperador de Jade solo pensaba en su propio beneficio y no deseaba
ayudar a los humanos. Así que pensaron que debían encontrar una solución ellos
mismos a este acuciante problema.
Los dragones pensativos se miraron mientras observaban la
vaga extensión del Mar del Este. Entonces, el Gran Dragón tuvo una excelente
idea:
– ¿Acaso el mar no está lleno de agua? Debemos absorberla
toda y esparcirla por el Cielo para que llueva, y así salvaremos a las
personas, los cultivos y a los animales.
Los otros dragones estuvieron de acuerdo en llevar a cabo
esta idea y empezaron a sobrevolar aquella región vaciando sus barrigas
repletas de agua del mar. Después cien viajes llenando y vaciando sus
estómagos, comenzó a llover sobre la Tierra. Las personas que estaban abajo
empezaron a gritar sorprendidos y llenos de alegría:
– ¡Llueve! ¡Llueve!
Entonces, por todas partes, empezaron a brotar pequeños ríos
que recorrían los campos de arroz y todos los cultivos. En ese momento, el
Emperador de Jade se enfureció mucho y mandó apresar a los cuatro dragones.
Cuando los tuvo delante les recriminó:
– ¿Cómo osáis hacer llover sin mi permiso? ¡Es la última vez
que me desobedecéis!
Así, el Emperador de Jade llamó al Dios de la Montaña y le
pidió que colocara cuatro inmensas montañas encima de los dragones, quedando,
de este modo, capturados para siempre.
Sin embargo, a la ninfa Xin Jing, la Emperatriz del Coraje,
no le gustó nada el castigo impuesto por el emperador y fue a hablar con él,
quien no la temía.
– Tu belleza es incomparable- le dijo para embelesarla.
Pero la ninfa se mostró indiferente ante dichas palabras del
emperador y le replicó:
– ¡Tu venganza será tu castigo! Mira bien esas montañas, pues
no las volverás a ver así nunca más.
– ¿Qué piensas hacer? No puedes anular mi veredicto.
Era cierto, aunque no podía eliminar el veredicto real, sí
que descargó todo su poder sobre las montañas, traspasándole su magia a los
dragones, los cuales se convirtieron en cuatro grandes ríos: el Heilongjian
(Dragón Negro), al norte, alejado y frío; el Huanghe (Dragón Amarillo), en el
centro; el Changjiang (Gran Dragón), en el remoto sur; y el Zhujiang (Dragón de
la Perla), ocupando el sur lejano y tropical.
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